Coach, mentor, terapeuta, sanador, eterno aprendiz, curioso, profundo, sensible, cercano, compañero, padre, amigo.
Aunque… no siempre 🙂
Te voy a contar un secreto
Mi vida ha sido como la de cualquier otra persona.
Igual y, a la vez, totalmente distinta a la de los demás.
He recorrido distintos caminos. He dado unas cuentas vueltas.
A veces avanzando y, a veces, retrocediendo.
Vamos, como todos.
Pero un día, descubrí que algo me faltaba.
No entré en crisis. No estuve a punto de morir. Ni vi la luz.
Simplemente, sentí que algo me faltaba.
Y ahí empezó mi camino de reconexión.
Un bello, excitante, tortuoso, duro y, a veces, confuso camino de reconexión.
Empecé reconectando con el mundo físico
Con mi cuerpo y con el cuerpo de los demás.
Y lo hice formándome en Shiatsu Zen en la escuela «Zen Shiatsu» de Inma Bonet, un hermoso trabajo energético corporal.
Para algunos, un masaje. Pero en realidad es mucho, mucho más.
Mi primer amor en el mundo de las terapias…
Luego le siguió la formación de «Masaje tibetano Ku Nye» y «Sanación de chakras con cuencos tibetanos» con el Dr. Lobsang Shresta en la Casa del Tibet de Barcelona (la iniciación en el Buda de la Medicina todavía resuena dentro de mí a pesar de todo el tiempo que ha pasado desde entonces),
«QiGong» con Pedro Pellejero
Y, parcialmente, «Terapia Biodinámica Craneosacral» en el Instituto Español de Biodinámica Craneosacral de Cristina Ratti (donde pude sentir ese algo mágico del que tantos hablan: el Vacío).
Continué reconectando con el mundo mental
Todo parecía estar en su sitio.
Pero no.
Me faltaba reconectar con la mente. Con la mía y la de los demás.
Siempre me ha interesado la psicología, pero no tenía ni idea de por dónde empezar.
Cómo trabajar mis heridas, límites, proyecciones.
Cómo trabajar mis luces y sombras.
Así que dejé que mi intuición tomara el mando.
Y me descubrí formándome en «Arteterapia Gestalt» en la Escuela Hephaisto de Javier Melguizo.
Todo un viaje del que aún estoy recogiendo piezas.
Un viaje que me llevó a internarme en las oscuras profundidades de la mente de la mano de las últimas terapias humanistas:
«Gestalt»
«Psicología profunda»
«AT» (Análisis Transaccional)
«ACT» (Terapia de Aceptación y Compromiso)
…
Un viaje -el del estudio y trabajo con la mente, tan extremadamente compleja- que no acaba nunca…
Acabé reconectando con el mundo natural
El mapa parecía estar completo.
Había reconectado -hasta cierto punto, claro está- con lo corporal y lo mental.
Pues no.
Aún faltaba algo.
Durante mi formación de Shiatsu tomé contacto con el pensamiento espiritual de la India.
Fue un flechazo.
Desde entonces (y han pasado unos cuantos años) he ido tomando contacto con distintos caminos espirituales:
«Hinduismo/Vedanta»
«Budismo»
«Sufismo»
«Misticismo cristiano»
«Chamanismo»
buscando una cosmología, una teoría de la existencia, que me convenciera, me fuera creíble o, al menos, me resonara.
Y eso me llevó a descubrir que me faltaba reconectar con la naturaleza.
Con la existencia en su totalidad.
Un viaje fascinante, otro, en el que aún ando inmerso…
Y me encontré con el coaching
Sí, entre todo este maremágnum de formaciones, experiencias, idas y venidas, me encontré con el coaching.
Fue, para mí, la inevitable consecuencia de darme cuenta de que muchos de nosotros tenemos aspiraciones a las que no llegamos, sueños que no cumplimos, sensación de vacío, falta de propósito, dolor existencial.
Y descubrí que existía algo, una técnica, que parecía resolver -de una forma u otra- todos esos problemas de una manera directa y relativamente rápida.
Así que me formé en diversas disciplinas de coaching:
«Coach integrativo» en el Institut Integratiu
«Coach estratégico» en la escuela INDESER de Tino Fernández
«Coach vocacional» con Lesio Andreggiani
Además de incursionar en:
«Coaching transformacional» de Leon VanderPol
«Coaching de valores» de Simon L. Dolan
Junto con diversos desarrollos de la PNL.
¿Por qué te cuento todo esto?
Tal vez te estés preguntando por qué te he contado todo esto si a ti lo que te ha traído hasta aquí es tu interés por el coaching.
Y sólo por el coaching.
Fácil.
Porque todo suma.
Porque todo acaba impregnando las sesiones de coaching.
Porque todo lo que uno ha vivido define, inexorablemente, la personalidad de las sesiones de coaching que acompaña.
Porque sabiendo todo esto puedes imaginar qué tipo de coaching puedo hacer.
No es ni mejor ni peor que el de otros.
Es, simplemente, el mío.
Y, espero, me gustaría, que sea también el tuyo 🙂
Un abrazo,